8 de febrero de 2015

La luz siempre entró por la ventana:



Recién estamos comenzando a transitar febrero y siento que el 2014 pasó hace diez años. Cambiaron muchas cosas en mi vida, por no decir todas. La poesía como forma de vida es definitivamente la única que no quiero ni necesito cambiar. Su apariencia y manifestación, en consecuencia, han cambiado rotundamente. Trabajé muchísimo y en silencio: tengo la casa poblada de personajes que tienen los ojos más separados que lo habitual porque a veces la curiosidad es tanta que el deseo fuerza la anatomía, volviéndola un poco Cortazariana. Esos personajes también tienen narices de altura que logran reunirse con lo más alto de la cabeza: es otra vez la curiosidad que quiere monopolizar los sentidos. El olfato es animal, pero en reunión con la cabeza (y el latido del alma) es la humana intuición. Creo que atenderla es dar el primer paso hacia (la propia) verdad. 
Son muchos, parecen otros, otras. Pero en el fondo todos esos personajes son testimonio de que no paro de buscar(me). 







bonus track: Hace unas semanas, en el bisemanario El Civismo, de la ciudad de Luján (Bs. As.) publicaron una nota que refleja brevemente este camino de búsqueda. La comparto con ustedes: pueden leerla haciendo click aquí. 


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